Los niños que dejaron de sonreír es el primer libro de Fran Santana, un albañil de la localidad vizcaína de Etxebarri que tras quedarse en paro probó suerte con la literatura, un mundo en el que se desenvuelve con cierta soltura. Esta novela llegó a mis manos porque el amigo de un amigo lo conoce y me lo regaló para que pudiera leerlo. Y la verdad es que tengo opiniones encontradas sobre él.
No tengo ni idea de dónde ha salido este libro pero llevo ya tiempo viéndolo en las baldas de mi casa. No recuerdo haberlo comprado, ni me suena haberlo visto entre los libros que mi madre tenía en sus estanterías. El caso es que, siguiendo con mi empeño de no comprar más novelas hasta leer las que tengo en casa, el otro día me puse con él.
Esta es, posiblemente, la entrada más importante del blog. Por más libros que hayan caído en mis manos, Los Tres Mosqueteros es, y será siempre, mi libro favorito. Porque con él me enganché a la lectura y porque entre sus páginas vuelvo a la inocencia de la juventud y desaparecen todos los problemas.
Los que me seguís en La página número trece ya sabéis que La Reina descalza se me ha atragantado un poco, para saber por que… pinchad aquí.
Aquí os dejo la reseña de El Santo Osario, la verdad es que no me ha gustado mucho… no sé que pensáis vosotros.
El Exorcista es un libro que lleva en mi casa toda la vida. Está amarillo y un poco delicado por el paso de los años, y eso lo hace todavía más especial.
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Llega con algo de retraso… pero, como más vale tarde que nunca, aquí llega la reseña de Haz que cada mañana salga el sol.
Como ya dije en la entrada de presentación del libro, ha sido una lectura muy especial porque me la regaló mi hermana por mi cumpleaños.
Madrid, la novela es uno de esos libros que te dejan sensación de vacío cuando terminas de leerlo. Una sensación de pérdida, como si, ahora que ya no puedo seguir leyendo sus páginas, mi vida careciera de alicientes.
Elegí leer este libro porque, de la noche a la mañana, empecé a verlo por todas partes; en revistas, en blogs, en las tiendas… así que pensé que podría estar bien. El título, desde luego, es atractivo; No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas, promete diversión. Luego la historia decepciona un poco.
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